Lo es en el corto plazo, en ese instante en el que estamos interpretando a alguien que nos hace reír, que nos conmueve o nos hace sentir ganas de llorar. Todos sabemos lo difícil que resulta hablar cuando tenemos ganas de reírnos o un nudo en la garganta. Y no digamos ya mantener la compostura y concentración necesarias para garantizar una interpretación precisa y fiel a la intención de nuestros oradores. Nos lo cuenta muy bien Helena Cabo en la entrevista que le hizo Catherine Sherry en nuestro blog hace unos años.
En el largo plazo, un intérprete debe gestionar las emociones para protegerse de la exposición a situaciones de estrés que genera la exposición a testimonios o relatos dolorosos. No resulta fácil transmitir la intención, la emoción sin empatizar, sin que se quiebre la voz.
Las emociones suelen clasificarse como "buenas o malas", quizás sería preferible hablar de emociones agradables o desagradables. Lo cierto es que todas cumplen una función, son subjetivas y cada persona las experimenta de una forma. En cabina, cada intérprete reaccionará según su idiosincrasia. Unos tenderán a empatizar otros lograrán distanciarse, pero lo importante es tener conciencia de que todas las emociones tienen un sentido, nos preparan para relacionarnos con nuestro entorno impulsándonos a acercarnos a determinados estímulos y alejarnos de otros.
Las investigaciones sobre el particular se suelen centrar en la Interpretación en los Servicios Públicos, la ISP, donde la exposición a situaciones de alta carga emocional es habitual. También podemos encontrar bibliografía que aborda el Trauma Vicario y la Gestión del Estrés de los intérpretes que trabajaron en Tribunales como los Juicios de Núremberg, el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) o el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR).
Pero si buscamos estudios que aborden la gestión emocional o el estrés del intérprete de conferencias en su día a día, encontraremos una amplia bibliografía centrada en la gestión del estrés derivada de la interpretación simultánea o consecutiva propiamente dichas. No de la necesaria gestión que requiere la carga emocional que genera lo que escuchamos, analizamos y restituimos.
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